Desde
que estoy en casa y el tiempo juega conmigo, siento que me roban algunos meses
y sin embargo continúo con la obsesión de la productividad.
Cuando respiro –
gracias al yoga que en algún momento practiqué- vuelvo hacia dentro y pienso ¿dónde
quedó el romanticismo de la obra? Entre vigas y ladrillos, particularmente no
lo encuentro. Quizá se esconda en la filosofía de la profesión: entender el
espacio para servir al ser humano y su adicción a la evolución.
“Poner
límites y respeto dentro del ámbito dimensional” frente a los ciudadanos se hace
fundamental y así hacer espacios cómodos donde la gente pueda crear un mundo
entre las cuatro paredes donde ahora más tiempo debemos estar.
Nos
debemos -como profesión- a crear ciudades sostenibles y ,sin dilación, a formar
parte de la poesía del bienestar social.
Estamos
poniendo en duda la dimensión, el color e incluso los juegos de luces y
sombras. Ahora sí que sí, mi mesa de dibujo y mis pantallas se vuelven
adictivas y me doy cuenta de la connotación que están tomando las dimensiones que
me rodean: ¡se están reduciendo! – os juro que mi salón cada día que pasa es más
pequeño-. Pero “si 20 años no son nada”, ¿qué son 20 metros cuadrados? Al pasar
de los días, se hacen escasos.
Una
mesa, un ordenador y el desenfreno del diseño.... y me encuentro pidiendo a Dios
que guarde silencio, para que entre pandemias y personas que han visto truncados
sus sueños, encontremos inspiración para ayudar a crear ciudades sostenibles y
fáciles para vivir.
Porque
la conclusión más dimensional que en estos meses he podido sacar es: que 20
metros cuadrados no son nada y que la arquitectura “encerrada” está llegando a su final.
María Bernal
CEO en haztevivienda.es y distrito218.com
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